sábado, 7 de febrero de 2009

La poltrona

Tantas veces he oído hablar de la intensa relación de amor que existe entre un mandatario y su puesto que, desde mi inocencia, lo he considerado siempre un tópico.

Gran error.

Esa fascinación existe hasta para los casos de la menor relevancia imaginables. Son muchos los que no quieren prescindir del estatus que un cargo confiere. Así pueden decir con gran orgullo junto a su nombre de pila y sus apellidos que es presidente, director general, secretario general, etc., sin importarle qué preside o dirige.

Doy por supuesto que es el agente provocador de esta necesidad humana es la falta de autoestima del personaje que necesita ser “alguien”, y esto agrava el problema porque me hace pensar que estamos rodeados por individuos que tienen como único objetivo escalar hasta un puesto que no piensan abandonar.

Una vez alcanzado el reconocimiento, y en aras de cumplir hasta el final con la misión encomendada en función de un proyecto que les condujo hasta tan alta responsabilidad de la que serán fieles depositarios cumplirán con la mayor diligencia su principal objetivo:

DE AQUÍ NO ME VA QUITAR NADIE.

1 comentario:

Ana dijo...

Mas algunas veces la persona da un pedazo de tropezón y desciende.. con lo cual se queda desolado y sin aliento. No creo que sea tan bueno escalar tanto.. es mejor quedarse tranquilamente en un sitio donde estes tranquilo y hagas bien tu trabajo.
Un beso!