martes, 17 de marzo de 2009

Judas

En tu confianza encontraba sosiego, y creía en tu palabra porque la consideraba cierta. Eras un hombre justo que no ansiabas mas allá de lo que conseguías con su esfuerzo.

Pero probaste una miel envenenada, cargada de vanidad. Y lejos de curarte sucumbiste plenamente en la tentación.

Has vendido tu alma. Y la has vendido muy barata. Ahora sus dueños te reclaman todo para ellos y sólo te quedan mentiras para mi.

Te veo mendigar un minuto de relevancia pública y me abochornas; yo que presumía de tu amistad y ahora preveo tu final.

Le pido a Dios que a mi no me ocurra lo mismo.

1 comentario:

Ana dijo...

Veo que en unos días en los cuales no he tocado este medio te has puesto al día... sigue así aunque no te lean mucho.
Un beso incansable.